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En
las disoluciones acuosas llamamos disolvente
al agua y soluto al otro u otros
componentes.
Esta
nomenclatura se amplía a cualquier disolución de dos componentes, de manera que
el más abundante se llama disolvente y el menos abundante, soluto.
Las
propiedades de las disoluciones dependen de las que presentan sus componentes,
aunque, en general, la relación no es directa entre unas y otras. Así, por
ejemplo, el agua pura y la sal no conducen la electricidad; sin embargo, la
disolución de sal en agua sí es conductora.
Pueden
considerarse nueve tipos diferentes de disoluciones, dependiendo del estado en
que se encuentren sus componentes: sólido, líquido o gaseoso. La más habitual
es aquélla en la que uno de sus componentes es líquido. De éstas, la más común
es la que tiene al agua como componente líquido.
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